Érase una vez una reina que tenía como hija a una sirena. Un día la sirena nadó y nadó tanto y tan rápido que apareció en una isla muy lejana. Al llegar a la isla se puso a descansar en una roca cuando de pronto apareció una gran bruja que la quería embrujar. En ese momento apareció una gran hechicera que también la quería hechizar. Pero la sirena nadó tan rápido que pudo escapar. Nadando, nadando llegó a un castillo, allí se encontró con un príncipe y se hicieron amigos, vivieron felices y comieron perdices.
Salomé
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